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lunes, 19 de abril de 2010

CAMPAÑITA CON PARAGUAS POR EL CLUB


Ahí estaba yo, sobre unos tacones altos, sonriendo desprevenida, y dándole la bienvenida al desfile de narices perfectas y rostros estirados de las señoras, y a las corbatas de colores que adornaban las barrigas redondas y desagradables de los señores. Por más de cuatro horas entré en ese juego de vida hipócrita y superficial al que están acostumbrados y que saben manejar con natural actuación. Esa noche, aunque me costó, también actué para ese circo oligarca, que se reunió en plena contienda electoral, para aplaudir y festejar con francachela y comelona, una de las exclusivas reuniones de campaña politiquera de su eterno y adorado amigo de familia prestigiosa y adinerada.

Muchos de los asistentes, apenas habían cruzado un par de palabras con él en el pasado, o habían hecho algún tipo de negocio, otros se presentaron sólo porque era la oportunidad indicada para obtener algún beneficio, cualquiera… dígase un ministerio, una fiscalía, una embajada, o lo que se atravesara por el camino. Casi todos se mostraron complacidos de la ocasión por pura conveniencia. Incluso la coincidencia me hizo ser partícipe, aunque yo no aspiraba a ningún puesto público para hacer nada y ganar millones; a mí sí me costó trabajo estar en medio de la mentira de esa noche, y sabiendo como me cuesta mantener una mentira, siento que me estafaron, porque solo me dieron a cambio unos cuantos pesos. Pesos que ya se esfumaron en la cuota mensual de la EPS, los pasajes de Transmilenio de una semana, 5 kilos de arroz, 3 litros de aceite, y con las monedas que me quedaron compré una chocolatina para poner una sonrisa en la cara de Juancho.

Cuando ya todos estaban reunidos en el lujoso salón, con las manos llenas de whiskey y vino, y algunas bocas atragantadas con bocados exquisitos, se apagaron las luces y se rodó la cinta. Desde la puerta vi como apareció en la pantalla que tenía en frente, la inconfundible cara maligna del homenajeado. Una tras otra iban pasando fotos acompañadas por una voz en off que relataba la historia rosa e impecable de su vida, y que se reforzaba con frases inspiradoras y eficaces para convencer al público de la obra santa que había sido la carrera política de este hombre. La prueba de lo que se puede hacer con unas imágenes, una voz persuasiva, una musiquita güevona, y la idiotez de muchos.  ¡Aleluya a la edición en video!

Listo, se acabo la obra del editor. Arriba luces y que aparezca el dueño del circo. ¿A ver… qué es lo que tiene que decir?

Y bueno, debo admitir que fue contundente. Él pronunció algunas frases que ahora no recuerdo muy bien, y realmente no se por qué. Pero creo que la capacidad de este hombre para concretar un tema, salió a relucir con la frase final de su discurso.

-    ¡Tenemos que ganar la presidencia para que no nos quiten el Club!

¡Listo papa! Eso era todo lo que iba a decir. Hubiera enviado un telegrama, y se habría ahorrado el billete que le costó la fiesta. Porque éste no llevo tamales, lechona, ni palos de cerveza, pero los reemplazó con bebidas etílicas de elite y pasabocas que pocos paladares comprenden, porque, -guacala, que cosa tan fea esa crema que tenía la galleta. Tampoco prometió pavimentar vías, ni arreglar andenes, ni construir parques, ni poner luz y alcantarillado a cambio de votos (aunque en Bosa si fueron a vender votos por $25.000) ,porque obviamente al césar lo que es del césar. A esta gente tocaba convencerla con algo que estuviera a su altura.

Por eso él pensó de manera acertada, y se unió a la libre causa del reconocido alcalde de Bogotá, por allá en el 2008 cuando no quería permitir que expropiaran uno de los terrenos del Country Club, obviamente para que no se cometiera una injusticia SOCIAL. Definitivamente sería casi como violar los derechos humanos,  quitarle a la clase alta de Bogotá, el placer y el goce que les brinda ser socios de uno de los clubes más pinchaos de la capital, donde tienen un espacio de esparcimiento y recreación para practicar todo tipo de actividades lúdico-recreativas. ¿Qué sería de la vida de estas personas sin sus famosos torneos de golf? ¿Qué sería de la vida de estas personas sin las fiestas millonarias, con artistas famosos, gente de la farándula y reconocidos deportistas de talla internacional? ¿Qué sería de la vida de esta gente adinerada, acostumbrada al lujo y el buen comer, sin tener la oportunidad de ser socios de un club?

Tendrían que ir a comer mazorca con oblea al parque Simón Bolívar, o al Tunal, y aprovechar de los conciertos gratuitos que organizan algunas emisoras populares una vez al año. O de pronto si se animan pueden ir a la ciclovía los domingos y festivos, y llevar harto bloqueador para que no se les dañe la piel con los rayos del sol. En últimas que vayan los domingos a uno de los diez parques cercanos que hay en los barrios donde viven, y se tiren en el pasto a saborear una Polet, y si se aburren que se vayan a Andino o a Atlantis, y pidan helado en Crepes.

Pero como estas posibilidades son inauditas, mejor votar por Santos, y asegurar una buena estadía en el Club, por lo menos por unos cuatro años más, si es que a éste no se le da también por extender a toda costa su permanencia en el Palacio.

Dijo tan pocas cosas el señor Santos en su discurso, que sólo hubo tiempo para hablar de lo realmente importante. No hubo cabida para nombrar las trochas intransitables, supuestas calles de un barrio por donde la señora Idaly todos los días tiene que subir y bajar, y en los días de lluvia sortear el lodazal para poder llegar a su rancho; no hubo tiempo para hablar de la casa que necesita construir la comunidad de un barrio, para que funcione como salón comunal y se ponga en desarrollo todas las actividades que el señor Antonio tiene en mente para el progreso de su gente; no hubo tiempo para plantear cómo se le puede ayudar a Gladys, para poner en práctica su idea de combatir la violencia y la delincuencia a través de programas de inclusión cultural, y no a través de las BAM BAM de las armas; no hubo tiempo para proponer alguna estrategia que le permita a la señora Luz Marina, terminar en su barrio con las ollas de droga que están consumiendo a los jóvenes, y han convertido el lugar en un espacio al que no se puede entrar sólo.

Ni para el candidato, ni para su público, eran temas importantes y por eso no hubo tiempo. ¿Qué se podía hacer? A la mayoría de gente que tiene carros último modelo y con latas brillantes, no le interesa lo que le pasa a Idaly, a Gladys, a Antonio, o a Luz Marina. Entonces ¿para qué el candidato se molesta en hablar por ellos? No es necesario.

El objetivo del encuentro se cumplió. Todos quedaron felices con Santos y la celebración terminó. Afuera el aguacero insignia de Bogotá los estaba esperando. -Agûita pa´mi gente, dijo San Isidro. -Agûita pa´todos. Y como el candidato piensa en todo y en todos, a la salida regaló a sus comensales camisetas y paraguas.  Ese día justo no lleve el paraguas, y como nadie fue por mí, afuera solo me esperaba el agua. Además como los que más tienen son los que más piden, los aparatos para cubrirse del agua se acabaron en menos de nada. Igual prefería mojarme que estar bajo uno de esos. Pero antes de irme, me detuve a pensar en el bienestar de Santos, así que le guarde un paraguas… pero no precisamente para protegerlo del agua… sino para que le diera otro santo uso.